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¿Te causa curiosidad cómo son este tipo de actividades deportivas y qué se hace en ellas? Entonces no te puedes perder estos artículos que hemos preparado con Pepa Canales, periodista y deportista, quien participó en la carrera Patagonia Run, corriendo 110 kms en Argentina y nos cuenta su experiencia narrada en primera persona.
Su historia a continuación 🏃♀️:
Hace más o menos un mes corrí mis primeros 110 kms en San Martín de Los Andes, Argentina, en la carrera Patagonia Run. Era mi primera vez corriendo fuera de Chile, y también primera vez en una carrera tan masiva. La experiencia superó todas mis expectativas. ¿Quieres saber cómo es una carrera de tanta distancia? ¡Aquí te lo cuento!
Una carrera “normal” de ultra trail (ultra es cualquier distancia sobre los 42,2 kms de una maratón) se empieza a correr y sigues sin detenerte hasta que cruzas la meta, bastantes horas después. No es que corras sin parar nunca. Paramos a recargar nuestras botellas con líquido, a cambiarnos de ropa si es necesario, para ir al baño o para comer un poco en los puestos de asistencia, pero en general llevas todo lo que necesitas contigo y las paradas son muy cortas.
En Patagonia Run mi equipamiento para correr era una faldita que trae incorporado un cinturón lleno de bolsillos para poner geles, galletones y barritas (alimentos esenciales para una distancia larga), polera manga corta y mi mochila que lleva todo lo que puedo necesitar en los primeros 40 kms.
¿Qué llevaba en esa mochila? Pues, dos botellas de medio litro llenas con isotónico (estas se pueden recargar cada 10 kms más o menos en los puntos de asistencia), alrededor de 25 snacks entre geles, gomitas y galletones, un cortavientos impermeable, una polera manga larga, manta térmica y silbato por seguridad, algunos medicamentos como antialérgico y antiinflamatorio y mis bastones.
La carrera empezaba el viernes a las 19:00. Éramos cerca de 600 corredores parados en el arco de largada, de ellos 110 mujeres.
A poco andar se hizo de noche y para poder seguir corriendo usas linternas frontales, esas que se ponen en la cabeza como cintillo que te iluminan el camino. No ves el paisaje ni tanto el entorno, pero sí puedes ver perfecto por dónde vas.
Como dije antes, más o menos cada 10 kms hay un PAS, o punto de asistencia, que son lugares donde hay comida desde dulces o frutas hasta empanadas y pizzas, y diferentes líquidos como coca cola, isotónico o sopa. Aquí puedes comer lo que quieras, llevar para el camino y sobre todo recargar tus botellas para los próximos kilómetros.
En 3 de estos PAS podíamos dejar una bolsa con ropa y zapatillas de recambio por si acaso, otra frontal, más comida, todo lo que quieras que quepa en la bolsa que te entregan. De todo lo que dejé, por suerte no necesité mucho. Mi pan con nada que siempre me salva y baterías para la linterna.
Si quieres, en los PAS puedes parar y quedarte todo el tiempo que necesites. Pero es tiempo que pierdes en la carrera, entonces lo ideal es ser lo más eficiente posible. Mientras te llenan las botellas, comes o tomas algo y te revisas las zapatillas para sacar piedras si es necesario, ves si quieres algo más para el camino y sales de nuevo.
Mientras corres no te da sueño. El cuerpo está en estado de alerta y movimiento, no te das cuenta de la hora que es. Durante un rato en la noche hizo mucho frío, pensé parar a ponerme mi cortavientos y mis guantes, pero al poco rato me adapté y no fue necesario.
La noche fue larga. A las 20:00 horas ya estaba oscuro y amaneció cerca de las 8 de la mañana. Durante este tiempo me tocó subir cerros, cruzar arroyos, correr por el lago, ir acompañada conversando, quedarme sola mucho rato, encontrar más gente y volver a quedar sola.
Y, ¿en qué piensas mientras corres? En todo y en nada. No podría decir en qué voy pensando, hay tramos en que entras en un estado mental distinto, casi meditativo, en que sólo está el camino, tus pasos y tú. Hay momentos en que me olvido que voy corriendo, o dónde estoy, y esos son los momentos más mágicos de la ruta. Es una sensación que buscas una y otra vez, en la que eres plenamente feliz.
Me preguntan mucho si se corre todo el tiempo. No, se alterna correr con caminar, sobre todo en las subidas. Tienes que tener mucho conocimiento de tu cuerpo y sensaciones para ver cuándo puedes exigirte más y cuándo necesitas bajar. También tienes que encontrar el ritmo que sepas que vas a poder mantener por todas esas horas. En mi caso, yo lo definí como un ritmo donde vaya cómoda y pueda conversar. No matarme yendo a tope, si no que ir tranquila cuidando mis energías. Más que una velocidad, es un cómo me siento que a ratos puede ser más rápido y a otros más lento.
Y así, sin darme cuenta, amaneció. Apagué feliz la linterna, mis ojos estaban cansados, me obligué a comer algo pensando en un desayuno y seguí. Ya quedaba sólo un cerro grande, el que estaba subiendo, y en adelante era todo pequeñas subidas y bajadas.
Durante la ruta hubo subidas, bajadas, planos, tierra, agua, piedras, bosques, lluvia, hizo mucho frío, una cumbre me tocó con viento fuerte, cuando empezamos a correr hacía calor. Puede pasar cualquier cosa, puedes sentir cualquiera cosa. Cerca de la mitad de los corredores no terminaron por lesión, cansancio, problemas estomacales, y por otras mil razones, todas válidas.
El Final
¡Yo terminé en 17 horas y 48 minutos! Cerca del kilómetro 30 supe que iba primera y pude mantener la posición hasta el final. Corrí mis primeros 110 km y los gané. Puedo contarles muchas cosas sobre la carrera, pero creo que aún soy incapaz de describir con palabras lo que sentí cuando crucé la meta, sabiendo que pude terminar, y encima de todo, terminar feliz, disfrutando y de primera.
Si quieres saber algo más, no dudes en contactarme a través de mi cuenta de Instagram Pepa Canales
