La piel sufre modificaciones a medida que pasan los años y las personas hemos mostrado desde la antigüedad preocupación por mejorar su estado y aspecto, por recuperar una apariencia más juvenil.
La piel es el mayor órgano del cuerpo humano. Ocupa aproximadamente 2 m2, y su espesor varía entre los 0,5 mm a los 4 mm. Como capa más exterior del cuerpo, la piel es un protector de vital importancia del entorno externo. Tiene dos capas principales que, de superficie a profundidad, son: la epidermis que protege a la piel y tejidos subyacentes del calor, microorganismos y productos químicos; los melanocitos (8%) que producen la melanina que da la pigmentación a la piel; y las células de Langerhans que participan en las respuestas inmunitarias contra los microorganismos invasores y la dermis que está formada por tejido conectivo denso, principalmente fibras de colágeno y elastina para aportar fuerza, extensibilidad y elasticidad.
La piel humana está constantemente expuesta a influencias internas y externas que pueden alterar su condición y funcionamiento. Como consecuencia, la piel puede sufrir alteraciones conduciendo a fotoenvejecimiento, inflamación, disfunción inmune, desequilibrio en la homeostasis epidérmica, u otros desórdenes de la piel. La nutrición es un factor clave en el rendimiento de la piel, ya que proporciona a la piel la capacidad de protegerse y regenerarse. Las vitaminas, los minerales, los aminoácidos y otros nutrientes están muy involucrados en las distintas propiedades protectoras de la piel. Estos nutrientes han demostrado ser esenciales en la lucha contra los daños de la exposición excesiva al sol, las arrugas y para el mantenimiento de la humedad en la piel.
Es por esto que gracias a los beneficios que tiene el consumo de ciertas vitaminas y minerales se crea el concepto de nutricosmética que es la ciencia que combina el cuidado personal y la alimentación. Estos son productos que ayudan a realzar la belleza y cuidar nuestro aspecto gracias a los activos de origen natural que tienen.
Los nutricosméticos actúan desde el interior de nuestro organismo y se pueden encontrar en forma decapsulas, píldoras, ampollas, entre otras. Dentro de las sustancias que más se utilizan predominan el ácido hialurónico, el colágeno, la coenzima Q10, minerales, antioxidantes, proteínas y ácidos grasos como el omega 3.
Algunos que revisaremos hoy son:
La vitamina C contribuye al funcionamiento normal de la piel como antioxidante y cofactor. Es un nutriente esencial para evitar los efectos del fotoenvejecimiento y puede revertir los efectos negativos de la radiación UV en la piel. Además, desempeña un papel esencial en la producción del colágeno y la elastina, dos proteínas que se encargan de darle a la piel la elasticidad y el tono que la caracterizan.
Su dosis recomendada: de 1 a 3 gramos de vitamina C al día, preferiblemente en combinación con bioflavonoides (que mejoran su biodisponibilidad), para evitar el fotoenvejecimiento y apoyar un colágeno saludable.
La vitamina D tiene una multiplicidad de funciones a nivel celular en los muchos órganos y tejidos. Parecería que esta hormona es fundamental en dermatología, no sólo porque se sintetiza en la piel, sino también por sus múltiples acciones, que se reflejan en la variedad de enfermedades en las que parece intervenir, como la psoriasis, dermatitis atópica, alopecia, vitíligo entre otros.
En el caso de la dermatitis atópica, por ejemplo, está enfermedad está causada por una alteración en el sistema inmunitario cutáneo y un defecto en la síntesis de la barrera epidérmica. Por lo que el efecto de la vitamina D en nuestro organismo para mantener la funcionalidad del sistema inmunitario se ve relacionado con la disminución con la sintomatología de los eccemas y el nivel de severidad de los brotes.
Ahora que ya conocemos que es la nutricosmetica y la importancia de la mantención de las estructuras de la piel tanto en pieles normales como en algunas patologías dermatológicas, te invitamos a poner mayor atención en el consumo de vitaminas y minerales en nuestro día a día.