Durante el embarazo, muchas mujeres se preguntan si es seguro seguir haciendo ejercicio o si deben evitarlo por completo. La buena noticia es que, salvo indicaciones médicas específicas, sí puedes hacer ejercicio en el embarazo y, de hecho, moverte de forma controlada puede ser una de las mejores decisiones para tu bienestar físico y emocional.
Los ejercicios en el embarazo aportan múltiples beneficios: ayudan a mantener un peso saludable, reducen el riesgo de diabetes gestacional, mejoran el ánimo, alivian molestias físicas como el dolor de espalda y pueden facilitar el trabajo de parto.
Además, estar activa puede ayudarte a dormir mejor, mantener tus niveles de energía estables y sentir mayor conexión con tu cuerpo durante esta etapa tan especial.
¿Puedo hacer ejercicio en el embarazo?
Durante mucho tiempo existieron mitos que desaconsejaban cualquier tipo de esfuerzo físico durante el embarazo. Sin embargo, hoy se sabe que el movimiento —bien guiado y adaptado— tiene efectos positivos tanto en la madre como en el desarrollo del feto.
Lo importante es elegir ejercicios adecuados al trimestre de gestación, respetar los límites del cuerpo, y priorizar la seguridad y el bienestar por sobre la exigencia o el rendimiento.
Antes de comenzar o retomar una rutina de ejercicios en el embarazo, es fundamental contar con la aprobación del médico tratante. Cada embarazo es distinto, y lo que puede ser beneficioso para una mujer puede no serlo para otra.
Si recibes el visto bueno profesional, puedes estar tranquila: mantenerte activa será una gran decisión para tu salud y la de tu bebé.
Beneficios de hacer ejercicio durante el embarazo
Los beneficios de mantenerse activa durante el embarazo son múltiples y están respaldados por evidencia científica. El ejercicio moderado, constante y adaptado ayuda a que el cuerpo tolere mejor los cambios físicos y hormonales, mejora la salud cardiovascular y metabólica de la madre, y contribuye a un embarazo más cómodo y positivo.
Entre los principales beneficios de hacer ejercicio durante el embarazo, destacan:
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Mejora la circulación sanguínea, reduciendo la hinchazón de piernas y pies.
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Disminuye las molestias musculares y articulares, especialmente el dolor lumbar.
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Regula el aumento de peso, evitando un crecimiento excesivo que pueda complicar el parto.
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Reduce el riesgo de diabetes gestacional e hipertensión inducida por el embarazo.
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Mejora el estado de ánimo gracias a la liberación de endorfinas y disminuye el estrés.
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Favorece un mejor descanso nocturno y combate el insomnio.
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Prepara el cuerpo para el parto fortaleciendo los músculos implicados en el trabajo de parto.
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Acelera la recuperación postparto y mejora la autoestima.
Además, mantener una rutina activa promueve una actitud positiva frente al embarazo y ayuda a crear un espacio de conexión entre la madre y su cuerpo en esta etapa de grandes transformaciones.
Riesgos de hacer ejercicio en el embarazo
Si bien el ejercicio en el embarazo es seguro en la mayoría de los casos, también es cierto que existen ciertos riesgos si no se hace de forma consciente o si se practican actividades inadecuadas para esta etapa. Por eso, es fundamental conocer no solo lo que se puede hacer, sino también lo que es mejor evitar.
Algunos de los riesgos de hacer ejercicio en el embarazo son:
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Lesiones por movimientos bruscos o ejercicios de alto impacto.
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Aumento del riesgo de caídas si se realiza actividad en superficies inestables o que requieren mucho equilibrio (el centro de gravedad cambia durante el embarazo).
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Complicaciones si se ignoran señales de alerta como sangrado vaginal, contracciones, mareos o dolor abdominal.
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Hipotensión o desmayos por posturas prolongadas en decúbito supino (acostada boca arriba), especialmente en el segundo y tercer trimestre.
Además, existen condiciones en las que el ejercicio debe evitarse o hacerse con seguimiento estricto, como embarazos múltiples con riesgo de parto prematuro, enfermedades cardiovasculares, presión arterial elevada o antecedentes de abortos espontáneos.
Por eso, la mejor forma de evitar riesgos es:
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Obtener aprobación médica antes de iniciar cualquier actividad.
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Escuchar al cuerpo y detenerse si se presenta cualquier síntoma extraño.
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Elegir ejercicios seguros y adaptados a cada etapa del embarazo.
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Priorizar la hidratación, una buena respiración y la técnica por encima de la intensidad.
Moverse sí, pero con responsabilidad. De esa manera, el ejercicio será un aliado, no un factor de preocupación.